Cuando decidí que quería un cambio radical lo primero que pensé fue en la idea de un intercambio; la opción de viajar, conocer gente, desafiarme de forma académica y personal. Es así como decidí postular a la Universidad de Maastricht, ubicada en una ciudad del mismo nombre al extremo sur de los Países Bajos, limítrofe con Alemania y Bélgica (a minutos en bicicleta). Además del gran ambiente universitario debido a los distintos institutos ubicados en la ciudad, complementados por la gran diversidad de sus estudiantes; la Universidad de Maastricht presenta un método totalmente distinto de aprendizaje, en el cual los estudiantes son los principales sujetos de aprender, enseñar y aplicar en todo momento.
Quería un cambio y por un momento sentí que todas la oportunidades se dieron a mi favor, la beca Romina Rojas logró ser un apoyo enorme al financiamiento de mi intercambio. La guía brindada por ambas universidades me ayudó a orientarme en lo que sería en insertarme en esta nueva sociedad, y gracias al apoyo de mi familia/amigos logré enfrentar con más determinación esta decisión.
Una vez en Maastricht pude hacer todo lo que me propuse, conocer la ciudad, su cultura, conocer a mucha gente, celebrar el carnaval, festejar/salir con mis amigos, explorar nuevo lugares, y enfrentarme al nuevo desafío de la universidad. Sí, tuve algunos problemas al principio, el integrarse a un nuevo modelo académico y (a un nuevo todo) en medio de tus estudios tradicionales (y vida tradicional) puede ser algo estresante, el ritmo de aprendizaje puede ser rápido, pero nada que no se pueda adaptar con el tiempo. Además inculqué una buena reflexión; poder vivir y disfrutar al máximo todo lo que pase, total es mi primera vez en Europa y uno nunca sabe cuando pueda volver… en especial ahora.
Ya después de un mes y medio me sentía estable en todo ámbito, ya me había acomodado en mi nueva vida, empecé a crear planes de viajes y de cosas que quería hacer sí o sí. Quería un cambio radical, pero creo esto ha sido demasiado. La situación dada por la pandemia, dio otro vuelco de 180 grados. Ver cómo todos se iban en masa de la ciudad, amigos que había conocido, la rápida expansión del virus en el continente y la entrante preocupación por la situación en Chile (y de mis seres queridos) volvió a darme una atmósfera azul y de estrés. A pesar de contar con las opciones de regresar, tengo la idea fija de terminar este semestre acá. Una vez más, tenía que adaptarme.
Extrañamente la cultura y el ambiente de la ciudad siempre ha brindado un temperamento de calma, las medidas tomadas por el país y la conciencia de sus habitantes, creo que han sido la gran razón de esto. Por otro lado, las clases automáticamente se volvieron online; estar todo el día en frente a mi computador no lo hace más fácil, pero afortunadamente el cambio de clases me permitió nuevamente motivarme y este nuevo comienzo de cursos se ha manejado mucho mejor, lo cual se agradece. Otra cosa es que a pesar del encierro debido a la cuarentena, la residencia donde se encuentran los departamentos de los estudiantes cuenta con un jardín y canchas para practicar varios deportes, por lo que se puede hacer un pequeño escape del encierro de vez en cuando.
Creo que lo más importante que me ha permitido estar bien anímicamente ha sido la relación que he forjado con mis amigos (la mayoría siguen aquí), y seguir conociendo a personas de los otros edificios. Junto a ellos nos hemos vuelto como una familia, y enfrentando diversas situaciones tratamos de hacer todas las cosas posibles para pasar la cuarentena, como ver películas, jugar just dance, cocinar, jugar volleyball, karaoke, aprender nuevos idiomas, encontrar talentos ocultos (como cortar el pelo),etc. Gracias a ellos pude celebrar mi cumpleaños hace un par de semanas atrás,si bien no pudimos ir a campos de tulipanes como quería, eso no nos detuvo para celebrar mis 20 de buena manera.
Ahora los días son más cálidos y junto a eso la ciudad quiere volver a la normalidad de a poco. Sigo bien convencida de quedarme hasta al final, quizá no vaya a volver todo a la normalidad en los meses que me quedan, pero de alguna manera es una nueva experiencia que quiero cerrar como corresponde, sacando el máximo provecho a todo lo que venga en esta maravillosa ciudad que he podido conocer.
Sofía Castro – Ingeniería Comercial UDD