Estudio UDD reveló que la percepción sobre las vacunas sufrió transformaciones tras la pandemia
El Centro de Salud Global Intercultural (CeSGI) del Instituto de Ciencias e Innovación en Medicina (ICIM) lideró un estudio para identificar las barreras y facilitadores en la adherencia al Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) y a la vacuna para el Covid-19 tras la pandemia. Financiado por el Fondo Global de investigación de Merck/MSD, el proyecto finalizó su etapa de investigación y cuenta con sus primeros resultados.
El estudio, liderado por Alexandra Obach, directora ejecutiva CeSGI, y Báltica Cabieses, directora del centro, tuvo como objetivo principal indagar en las causas de las bajas tasas de vacunación que se vienen experimentando a nivel mundial en las últimas décadas, tendencia de la cual nuestro país no queda exento.
En este contexto, se realizaron entrevistas a grupos estratégicos de las ciudades de Antofagasta, Santiago y Osorno (padres o tutores de menores de dos años y de niños y niñas que cursan la educación básica; mujeres gestantes y adultos mayores) para abordar las temáticas relativas al Plan Nacional de Inmunizaciones; y el caso de la vacunación de Covid-19, a adultos adherentes y no adherentes a dicha vacuna.
Además, la muestra fue dividida entre población nacional y población migrante internacional, con el fin de “abordar la dimensión general que existe en cuanto a las vacunas, cuánto se conoce sobre el plan de inmunización, la apreciación sociocultural que hay en torno al tema, la emocionalidad que existe en cuanto a este proceso, la percepción de confianza y el conocimiento sobre los derechos de migrantes”, explica Alexandra Obach.
Efectos en la percepción de las vacunas tras la pandemia
A nivel general, la población nacional valora el plan de vacunación y adhiere a la reglamentación de manera ordenada y confiando en la información que entregan las autoridades sanitarias. En cuanto a los migrantes internacionales, lo destacan en comparación a sus países de origen, señalando como características positivas su estructura, la cobertura universal y el amplio número de patologías que se incluyen.
Obach destaca: “Si bien en el período pre pandemia se habían instalado a nivel mundial discursos que ponen en duda la confianza en las instituciones y el paradigma científico, surgiendo los grupos antivacunas, eran más bien minoritarios o alternativos. Este panorama, con la pandemia, sufrió una transformación importante y mucho más generalizada en el cuestionamiento frente a los procesos de inmunización y sobre la ciencia, en cuanto a los fines que con ella se persiguen”, explica.
La principal consecuencia de esta situación es que se generó un cambio en las dinámicas de las vacunas en general, traspasando las fronteras del Covid-19. “Esta suerte de desconfianza empieza a impregnar los otros procesos de vacunación, sobre todo las vacunas más nuevas que se han ido incorporado en el último tiempo a la oferta de inmunización del plan nacional y las complementarias a éste”, reflexiona Obach.
Ejemplo de ello es la vacuna para el virus del papiloma humano (VPH) que, si bien se introdujo con ciertos cuestionamientos ya que involucra aspectos como la sexualidad, post pandemia los reparos se amplían hacia la esfera de los efectos adversos, algo que también se ha observado con las vacunas estacionarias de la influenza, donde se evidencia una mayor resistencia.
“Vemos que hay una percepción de las personas de una ´sobre vacunación’ producto del Covid-19. Sienten que los han vacunado tanto, que ya no quieren recibir más vacunas, entonces se ve una saturación y una reacción algo visceral, pero no se hace una distinción entre cada vacuna”, agrega la directora ejecutiva del CeSGI.
Principales resultados de vacunas incluidas en el PNI
En cuanto a las vacunas del Programa Nacional de Inmunizaciones,se observa en algunas de ellas una alta adherencia: las del recién nacido, que son consideradas las más importantes (aunque se cuestiona la disponibilidad de opciones complementarias sólo en el sistema privado a un alto costo), y en las dirigidas a personas mayores. “La valoración de este último grupo se asocia a que vivieron períodos sin vacunas para enfermedades que causaban la muerte y que fueron erradicadas con la inoculación, por lo que la experiencia es un facilitador para que aprueben la vacunación”, explica Alexandra Obach.
En el caso de las vacunas de los 36 meses, hay indicios de disminución en la inoculación, lo que puede responder a que los niños ya no están en control sano, pero tampoco están escolarizados. “Esto hace que algunos padres se olviden o que no cuenten con tiempo para llevar a sus hijos a vacunatorios, entonces es una barrera que identificamos. No significa que la gente no se vacune, sino que hay un retraso, lo que hace necesario un trabajo más agudo en el rescate y seguimiento de estos casos por parte del sistema de salud”.
En cuanto a los escolares, se observa que los padres se encuentran ajenos al proceso, ya que la vacunación está a cargo de los establecimientos educacionales. Donde aún existen cuestionamientos, es en la que corresponde al virus del papiloma humano. Las embarazadas, en tanto, si bien acceden a las vacunas disponibles, se evidencia una mayor sensibilidad y necesidad de información sobre qué se estás aplicando.
Con respecto a la población migrante internacional, existe buena percepción del proceso de inmunización. A su vez, adhieren sin mucho cuestionamiento, ya que es un requisito para poder movilizarse. Sin embargo, la principal barrera identificada en este grupo es el registro de vacunas.
“Son personas que salen de sus países con un carnet físico y que fueron recibiendo vacunas durante su proceso migratorio, las que finalmente no quedaron registradas, o sucedió que perdieron su documento, el cual es solicitado”, indica Alexandra Obach, quien agrega que “esto hace que el proceso de vacunación, ya en el país, sea más engorroso o que ellos mismas teman vacunarse o quedar fuera de la inmunización.
Por último, el grupo de investigación del CesGI UDD a cargo de la realización del estudio señala que los hallazgos van en línea con lo que se reporta en la literatura y con lo que se observa a nivel mundial. De este modo, “es un escenario que obliga a repensar, en temas de salud pública, cómo posicionamos el proceso de vacunación en una población que no es la misma que pre pandemia. Es una ciudadanía que ha sufrido transformaciones, por lo que el programa de inmunización tiene que dialogar con personas que han cambiado”, finalizan.