Más allá de la publicidad: El profesor Roberto Micheelsen y su estrecha relación con la pintura y la arquitectura
Lleva cerca de 23 años como profesor de Publicidad UDD. Partió en el equipo docente cuando se formó la Escuela de Publicidad el año 2001 y desde ahí ha hecho clases, transformándose en una “eminencia” para los estudiantes del Taller de Observación y Creatividad y otros cursos. La historia de Roberto Micheelsen se remonta al lugar de su nacimiento en Sewell, un pueblo minero ubicado en la Cordillera de Los Andes, donde luego migró a la ciudad de Rancagua, lugar en el que vivió el resto de su infancia y adolescencia. Cuando terminó su enseñanza media, su objetivo estaba claro, entrar a la carrera de arquitectura.
Según comentó Micheelsen, desde muy pequeño sabía lo que quería estudiar y a lo que se quería dedicar. “Desde niño andaba siempre con un lápiz en la mano, no paraba de dibujar, era algo que hacía todo el rato. A los doce años, más o menos, me dio por meterme en libros de trigonometría, me gustaban mucho las matemáticas y me encerraba en la biblioteca a leerlos. Me acuerdo que mi papá tenía uno que era en inglés y aunque yo no entendía nada de ese idioma, lo leía igual cuando estaba en mi casa (…) Siento que tengo la suerte de haber nacido arquitecto, fue algo innato”.
El año 1971 entró a estudiar Arquitectura a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Una vez ya titulado, se trasladó a Santiago donde se asoció a una compañía de arquitectos donde estuvo trabajando más de 20 años.
¿Cómo llegaste a Publicidad en la UDD?
Cuando terminé mi proyecto con la empresa de arquitectos, un amigo me ofreció trabajar en la apertura de la Escuela de Publicidad aquí en la Universidad del Desarrollo, la que se concretó el año 2001.
Pero no todo ha sido arquitectura y publicidad en tu vida, te has desarrollado en el mundo del arte realizando recientemente una exposición de tus pinturas en Rancagua, ¿hace cuánto te dedicas a esto?
Toda mi vida he estado haciendo este tipo de cosas, dibujando, y pintando, tanto con lápices, pinceles o con lo que sea que tenga, incluso he hecho algunas esculturas, pero nunca antes había mostrado mis cosas en una exposición. Esta fue la primera vez.
¿Y cómo fue la experiencia?
En el Rotary Club de Rancagua (ciudad donde pasé la mayor parte de mi infancia y adolescencia) estaban organizando una actividad cultural y me invitaron a participar. Durante el verano estuve enmarcando mis pinturas y mis dibujos y terminé armando una colección con 40 piezas para este evento. En ella no hay un material o técnica específica, yo hago mis trabajos con oleo, pastel, lápiz de color, lápiz pasta. Para mí, la pintura y el dibujo no son un trabajo, sino que son una forma de expresarme, por lo que fue una linda experiencia.
¿Tomaste algún tipo de curso relacionado a la pintura o lo hiciste de manera autodidacta?
Fui totalmente autodidacta. Nunca he estudiado pintura ni esas cosas.
¿Podría considerarse más como un hobbie?
Sí, aunque la verdad me pasa con todo en realidad. Para ser sincero, siento que nunca he trabajado en la vida como se conoce convencionalmente, porque todo lo que he hecho ha sido por placer y me gusta hacerlo. En este sentido, no cae dentro del concepto que se tiene del trabajo y el agotamiento que eso conlleva. Todo lo he hecho porque he querido y porque me gusta y tengo la suerte de que me han pagado por ello, pero sinceramente me gusta lo que hago. Tanto cuando trabajé con el grupo de arquitectos como las clases que hago, me encantan.
¿Tienes pensado hacer más exposiciones a futuro?
Sí, podría ser, pero no estoy gestionando alguna en particular. Tengo el material y estoy trabajando en proyectos, tengo mi taller donde siempre estoy haciendo algunas cosas. Suelo tener un papel puesto encima con las acuarelas al lado, o un lienzo con los óleos. Siento que eso estará constante y será parte de mí hasta que me dé la vida para hacerlo.