Su reseña dice que es “La historia jamás contada del SENAME”. Desde la primera página del libro “Huellas imborrables” se presenta una realidad que, con unos pocos días en librerías, ha logrado reinstalar en los medios el tema de las golpizas, abusos sexuales, suministración indiscriminada de fármacos, prostitución infantil, suicidios y la desidia del Estado frente a la vulneración de los menores en el cuestionado organismo.

Son 85 testimonios de personas relacionadas al Sename (niños, adolescentes, padres, directores, cuidadores, jueces, gendarmes, entre otros) los que se relatan en el libro de la periodista y profesora de la carrera de Periodismo de la Universidad del Desarrollo, Rosario Moreno, y sus alumnos de Taller de Investigación: MaríaJosé Contreras, Catherine Cevas, Bárbara Echeverría, Alexandra Araus y el ayudante en el ramo, Samuel Gutiérrez.

El libro será presentado por Carol Bown, subsecretaria de la Niñez y Mónica Jeldres, jueza del Segundo Juzgado de Familia de Santiago, el próximo 28 de marzo en la UDD.

El origen del libro –editado por Planeta- está enlazado al fallecimiento de la niña Lissette Villa, el 11 de abril de 2016, en uno de los centros del Sename, caso que impactó a Rosario Moreno. “Pensé ‘tengo que hacer algo, esto no puede ser’ y decidí que el segundo semestre, en el curso de Taller de Medios 2 (1er año) reportearía gente vinculada con el SENAME, para ver si accedían a las fuentes y valía la pena periodísticamente”, explicó.

Con el resultado del reporteo en sus manos, propuso la idea de trabajar en un libro a la carrera y a la Facultad de Comunicaciones UDD. La decana Carolina Mardones y la directora de Periodismo, Karim Gálvez, propusieron trabajar con 10 alumnos de 1er año que entonces pasaban a 2do año y al final sólo cinco de ellos terminaron la investigación.

“Fue muy impactante como mejoraban los trabajos a medida que pasaba el tiempo. Son historias humanas, entonces el detalle es muy importante. Tenían que preguntar todo, no se les podía pasar nada. Llegaban con el reporteo y los enviaba de vuelta a recoger más datos”, recordó la profesora.

El protocolo de entrevistas fue estricto. Primero, nunca entrevistar a alguien que estuviera drogado, que es algo común en el caso de los jóvenes y padres. Segundo, hacer las entrevistas en un centro o en un lugar público. Tercero, dejar siempre en claro a la fuente que se trataba de una investigación y que se convertiría en un libro, además, de la posibilidad de hablar en “On” o en “Off”.

“Muchas de las personas que contactábamos no querían hablar, ya sea porque vivieron cosas muy fuertes dentro o porque seguían trabajando en la institución y tenían miedo de perder sus trabajos. Por lo mismo, teníamos que persuadirlos para lograr hacerles la entrevista, o bien conseguir otra fuente”, manifestó Bárbara Echeverría.

Catherine Cevas entrevistó a gendarmes, jóvenes, papás, jueces y educadores, entre ellos a un educador conocido por los menores como “El tío Nazi”, quien en su testimonio reconoció el uso de la violencia de forma sistemática por parte de los educadores, quienes, se supone, son responsables de proteger a los niños.