En 1891, Claude Monet escribió: «Cuanto más viejo me hago más cuenta me doy de que hay que trabajar mucho para reproducir lo que busco: lo instantáneo. La influencia de la atmósfera sobre las cosas y la luz esparcida por todas partes”. Esa instantaneidad y esa búsqueda de la luz en la atmósfera, propósitos buscados por los artistas impresionistas, capturaron la sensibilidad de una mujer, Berthe Morisot, quién, vinculada a la experiencia de los Impresionistas, inició el camino de una búsqueda personal y auténtica desde su propio lugar, volviendo visible su quehacer y su mundo de artista. Con ella, el imaginario femenino cobra importancia fundamental en la Historia del Arte, traduciendo a través de sus pinceles, el uso de los pomos de óleo y la tela, las verdaderas herramientas de una de las mujeres del siglo XIX, pionera en el campo de la expresión, creación y producción pictórica.

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