La Inteligencia Artificial (IA), al igual que otros recientes avances en biotecnología e ingeniería genética, tiene el potencial de conducir a la humanidad hacia mejores estados de desarrollo o hacia situaciones imprevisibles. En un primer momento, la expansión de la IA sin regulaciones éticas y jurídicas, puede afectar la privacidad, la libertad y la igualdad de las personas. A largo plazo, puede estar en juego la forma de continuidad de nuestra especie.

Lo anterior impone a la generación actual el imperativo ético de construir los fundamentos de un Derecho de la Inteligencia Artificial (DIA), cuyo fin regulatorio sea orientar el desarrollo de la IA en función de la continuidad y sustentabilidad de la humanidad.

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